viernes, 6 de enero de 2012

¿Qué ve el bebé cuándo se ve en el espejo por primera vez?

Imagen sin royalties: Baby looking at reflection in mirror

¿Qué ve el bebé cuándo se ve en el espejo por primera vez? ¿Se pega un susto mayúsculo? ¿Se reconoce en el espejo?...

¿Qué ve el bebé cuándo se ve en el espejo por primera vez? ¿Se pega un susto mayúsculo? ¿Se reconoce en el espejo?… Ni lo uno ni lo otro. Aunque la imagen que refleja el espejo es siempre motivo de regocijo para el bebé que la contempla… pero él cree que se trata de otro bebé, otra persona que está al otro lado del cristal. Tendrá que pasar un tiempo, todo un extraordinario proceso de maduración, para que se reconozca el mismo en la imagen especular.

El psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981) ha sido quien más ha estudiado este curioso fenómeno del reconocimiento en el espejo. Lo llamó el estadio del espejo (en francés Le stade du miroir), que abarca el período infantil entre los 6 y los 18 meses de edad (1).

Según Lacan en esta etapa es cuando el niño es capaz de percibirse, o más exactamente: percibir su imagen corporal completa. Antes, el bebé no había visto nunca su cara, por ejemplo, ni su cuerpo completo, sino sólo había contemplado parcialmente partes del mismo, como sus manos, sus pies, etc. Pero, además –según las investigaciones este importante psicoanalista- para que sea perfecta la identificación del niño, precisa de la ayuda del semejante, es decir, de la madre (o quien cumpla la función maternal, que puede ser el padre u otra persona), que es quien sostiene o acompaña al niño en la imagen del espejo. Vendría a ser algo así como que el niño, al compararse con la persona que le acompaña, puede así verse por separado y procesar su propia imagen. Todo lo cual, no es más que el desarrollo de la personalidad infantil: el inicio del incipiente Yo (2).

Pero, toda esta importante secuencia hasta llegar a reconocerse el niño como él mismo sólo se consolida entre los 12 y los 18 meses de edad. Anteriormente, el espejo, eso sí, le servía de distracción y de divertido juego intentando alcanzar “al otro niño” que le miraba curioso y sorprendido desde detrás del cristal. (Mis nietos –por ahora tengo seis, de cinco años para abajo- llaman a los personajes que se les reflejan en el espejo “los copiones”, porque les imitan todas las payasadas que hacen…).

Fuente: Hoy Mujer

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